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La gestión de los residuos orgánicos: la metanización y el compostaje, por Ramón Plana

En nuestra segunda sesión sobre residuos hemos tratado la gestión de la materia orgánica. Cuando hablamos de los desechos generados por la actividad humana pensamos en plásticos, cartones, papeles, envases y embalajes, vidrios o pilas, imaginando que estos suponen el mayor volumen de “basuras”. Sin embargo son los residuos orgánicos -lodos de depuradoras, excrementos animales, purines, podas y restos de alimentos en su mayoría-, los que suponen más del 75% del total de residuos generados. Esta es una cifra asombrosa, al igual que el conocimiento de que el sector que más residuos produce es el sector agropecuario, no el industrial, acumulando casi un 50% del total de restos orgánicos e inertes.

El ponente Ramón Plana González-Sierra es consultor, asesor, investigador y formador en tratamientos biológicos de residuos orgánicos y ha trabajado anteriormente para entidades como la Universidad de Vigo o la empresa Ros Roca S.A. Él nos destaca que aprender a gestionar este tipo de residuos podría no sólo resolver el problema de qué hacer con ellos, sino también la acuciante necesidad de materia orgánica que tienen nuestros suelos. Los productos que salgan de los procesos de reciclaje serán plenamente útiles para aplicar a terrenos agrícolas.

 Los principales tratamientos biológicos que se aplican a la materia orgánica son la metanización y el compostaje. Ambos procesos existen de forma natural en el medio ambiente, por lo que se trata de reproducir una realidad cotidiana pero en una situación controlada y sacándole la mayor productividad y eficacia. Es necesario saber que no todos los residuos orgánicos son iguales, de esta forma el tratamiento empleado dependerá, en primera instancia, de las características del residuo orgánico: azúcares, proteínas, celulosas, residuos sólidos o líquidos…

La metanización también es llamada digestión anaeróbica, pues la reacción biológica no se puede realizar en presencia de oxígeno. El producto que se obtiene es un biogás (metano y CO entre otros) y un digestato, que es menos dañino que el residuo orgánico inicial pero debe ser tratado una vez más si se desea reutilizar.

El compostaje se trata de un proceso aeróbico y el producto que se obtiene, el compost, es una materia orgánica de perfecta calidad, sin contaminantes y lista para su uso. En realidad el proceso seguido es exactamente el mismo que usa el propio medio ambiente para autorregularse, para convertir sus residuos orgánicos en una nueva materia, una materia orgánica descompuesta y fácilmente absorbible y asimilable por los organismos vivos. Este tratamiento se puede realizar sobre cualquier residuo orgánico -siempre que no se encuentre mezclado con otro tipo de residuos-, así como sobre el digestato producido tras la metanización. El empleo del compost como fertilizante para suelos agrícolas sería una solución beneficiosa tanto para los agricultores como los responsables de la gestión de residuos.

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