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Edafogénesis y constituyentes del suelo, por Elena Benito Rueda


En la sesión del viernes pasado tratamos un recurso natural que en muchas ocasiones nos pasa desapercibido, el suelo. Cuando se habla de desarrollo sostenible lo primero que muchos pensamos es energía eólica, hidráulica, problemas de la capa de ozono o cambio climático. Sin embargo el suelo, presente en todo momento y necesario para la realización de la mayoría de actividades productivas y económicas, no llama nuestra atención. La agricultura, ganadería, pastoreo o construcción de infraestructuras y edificaciones entre otras, afectan gravemente a las propiedades y calidad del suelo. La ponente Elena Benito Rueda, titular del Departamento de Biología Vegetal y Ciencias del Suelo de la Universidad de Vigo, ha centrado sus estudios de investigación a nivel nacional e internacional en los procesos de degradación física del suelo y en la erosión hídrica en suelos afectados por incendios forestales.
Una clase de carácter científico ha resultado un pequeño reto para los alumnos de formación económica-social, teniendo que recordar conceptos como los elementos químicos, cargas eléctricas o pH ácido. Sin embargo, tras una primera impresión y regresión a nuestros estudios secundarios, hemos aprendido qué es el suelo y su relevancia como recurso no renovable, puesto que un metro de profundidad de suelo tarda en formarse entre mil o un millón de años. Los seres humanos empleamos lo para la producción de alimentos y biomasa, como fuente de materias primas y como entorno físico y cultural donde vivir. Pero sus funciones principales van más allá, como suministrar a las plantas los nutrientes esenciales, retener dióxido de carbono, actuar como depurador natural evitando el filtrado de elementos contaminantes o ser un hábitat biológico y reserva genética de biodiversidad.
Los factores ecológicos que influyen en la formación del suelo son el material originario o parental (material geológico), el clima aportando agua y energía al sistema, los organismos que proporcionan la materia orgánica necesaria para que exista un suelo y no solamente una masa mineral, la topografía y el tiempo. Todos estos factores se ven afectados por los procesos formadores, que pueden ser de tipo físico o biogeoquímico. Éstos se dividen en adiciones, pérdidas, transformaciones y translocaciones. De forma general, la formación del suelo es la combinación del proceso de alteración de la roca madre con el aporte de materia orgánica recibido de los seres vivos.
Existen muchos tipos de suelo y cada uno tiene sus cualidades, beneficios y funciones, pero todos están compuestos por una fase sólida, formando agregados de fracción mineral y orgánica, y dos fases líquida y gaseosa, que forman los llamados huecos y permiten la aireación y retención de agua. Una de las principales características que diferencia a unos suelos de otros es la proporción que cada uno tiene de estos componentes, por ejemplo se considera que un suelo está en fase de predesertificación cuando el porcentaje de materia orgánica baja del 1´7%. La textura (suelos arenosos, limosos, arcillosos o de textura franca) es otra cualidad determinante de la calidad del suelo. De forma estandarizada, una composición volumétrica ideal del suelo sería:
         45% Partículas minerales
         25% Aire
         25% Agua
         5% Materia orgánica
Una vez enseñados los conceptos básicos sobre el comportamiento y las características del suelo, se introdujo el tema de la degradación y conservación de suelos. Los tipos de degradación pueden ser la D. física, D. química, D. biológica y la erosión. Pero este tema será tratado de manera más exhaustiva en la próxima sesión del jueves 4 de octubre.

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