Áreas blancas: soluciones habitables para problemáticas emergentes
La tecnología avanza a pasos agigantados, cada vez es más habitual que los hogares cuenten con más aparatos electrónicos de los que antes prescindían. La tecnología al servicio de las necesidades básicas, de ocio, de información…resultando incluso difícil apartarse de ellas, siendo habitual salir a la calle y encontrarse con paneles informativos, en parkings, para pedir cita médica, para rellenar solicitudes administrativas, el uso de dispositivos, expedición del DNI…
Además de la tecnología, los niveles de polución en las urbes se incrementan considerablemente con respecto a otras áreas, como la exposición a contaminantes bien ambientales o bien ingeridos en la cadena alimentaria, que producen aumentos de las afecciones en la salud de muchos ciudadanos, sobre todo afectando a aquellos que tienen mayor sensibilidad.
Existen sujetos que también se manifiestan hipersensibles a dicha tecnología. Trastornos como la sensibilidad química múltiple o la hipersensibilidad electromagnética o lipoatrofia, son cada vez más frecuentes, a la vez que presentan una compleja sintomatología.
Un hábitat blanco, área blanca o zona cero es el entorno de electropolución cero y control químico, un ambiente saludable de importancia vital para personas con hipersensibilidad ambiental, química o electrosensibilidad.
Las características que ha de tener un área blanca pueden variar, «desde un espacio sin humo, sin olores, sin tóxicos, sin ruido, sin radiaciones, con el objetivo de polución cero o niveles mínimos de esta. Para ello se puede optar por el aislamiento, acústico, filtrado, purificación del aire respirable, del agua potable, el uso de materiales biológicos en su construcción, redes eléctricas biocompatibles. Deben tenerse en cuenta las radiaciones tanto de alta frecuencia como de baja frecuencia.»
El concepto de área blanca se ve especialmente útil en espacios clave como centros médicos, guarderías, residencias de tercera edad, empresa farmacéutica, veterinaria, electrónica, bebidas, biotecnología, laboratorios, embalajes, tanto a nivel de infraestructuras, equipos, como elaboración de productos.
Por otro lado, según los expertos, en algunos de los casos más graves de sensibilidad química múltiple, la causa son los metales pesados, en particular el mercurio. Sin embargo, en otros son los productos químicos más comunes usados en limpieza e higiene, como lejía, champú, suavizantes, blanqueadores, ambientadores, desodorantes, cosméticos, etc… aconsejando que “para lograr salud ambiental, debemos exigir una actuación preventiva ante los riesgos sanitarios de la polución ambiental (química, eléctrica, magnética, lumínica, térmica, acústica, biológica, psicológica, social, etc.), considerando todos los factores agresores, en aplicación del principio de precaución.”
Conceptos estrechamente relacionados son la bioconstrucción o el síndrome del edificio enfermo.